lunes, 28 de julio de 2014

LORENZO IBARRA BUSTINZA

Lorenzo Ibarra Bustinza

Gure itsasgizon maitea



Lorenzo Ibarra Bustinza es el héroe de nuestra costa cuyas valerosas hazañas vamos a relatar a nuestros lectores. Nació en Bermeo el 10 de Agosto de 1858 en el seno de una familia también de pescadores; sus padres fueron Esteban y Bruna.
A los nueve años de edad comenzó a ocuparse en las faenas de la pesca como tripulante del potín que patroneaba su padre. Fallecido éste, Lorenzo, que contaba tan solo diecisiete años, comenzó a actuar como patrón de bahía, y a los veintiséis ya como patrón de altura. 
A los veinticuatro años se había casado con Margarita Barandika, y tuvieron doce hijos, dos de los cuales emigraron a Chile y otro D. Rufino, fue párroco de Ereño y después coadjutor de Santa María de Bermeo (ante su confesonario siempre podía verse una larguísima fila de jóvenes penitentes).
Hasta la edad de sesenta y cinco años se dedicó a la pesca de altura, y después, retirado de ésta, hasta el año 1926 continuó dedicándose a la pesca con embarcaciones de bahía.
Durante su larga vida de mar, nunca naufragó, pero realizó seis salvamentos, algunos en circunstancias verdaderamente dramáticas.

- El primer salvamento tuvo lugar en febrero de 1873, durante la costera de besugo. Patroneando un potín con ocho remeros, se hallaba a ocho millas norte de Bermeo; avistando otro potín, patroneado por Tomás Bustinza al mando de nueve hombres y cuando se dirigían hacia la cala, se desarrolló una borrasca que hizo zozobrar el potín de Bustinza. Ibarra acudió en socorro de los náufragos, rescató a todos ellos y regresó a puerto sin pescar.

- En agosto de 1883, durante la costera de merluza, al volver de la cala junto con otras cinco embarcaciones, fueron sorprendidos por una galerna a unas seis millas del puerto. El fuerte ventarrón hizo naufragar la embarcación patroneada por Valentin Betolaza, que llevaba bajo su mando ocho remeros. Ibarra con su lancha realizó una rápida maniobra y salvó a los nueve tripulantes y los condujo a puerto.

En julio de 1897, Ibarra se hallaba pescando bonito a cincuenta millas de tierra cuando se desencadenó una impresionante galerna. Se encontraban juntas tres boniteras y otra un poco más al noroeste, patroneada por Antonio Ezquiaga. Esta volcó y Lorenzo dándose cuenta de la gravedad del percance mandó a sus tripulantes que recogieran todos los cabos de a bordo y las “botaberas” que estaban fuera, mientras él preparaba la maniobra para el salvamento arriando la vela. Al llegar al lugar del naufragio vio a tres hombres que penosamente se sostenían sobre la quilla de la embarcación siniestrada, al patrón con la cara ensangrentada sujeto al timón, otros tres náufragos más hacia el norte, agarrados al palo mayor y otro, el más joven, sobre una “aurtzola”. Ibarra dispuso la maniobra distribuyendo a sus tripulantes por babor y estribor, provistos cada uno de una estacha. El por su parte, cogió otro chicote con una mano, mientras con la otra sujetaba el timón. Su bonitera pasó junto a la quilla y los náufragos que estaban sobre ella, consiguieron agarrar las estachas, pero era tal la velocidad con que la mar empujaba la bonitera de Ibarra, que las soltaron. Nuestro héroe, recordando este episodio, dijo que las olas tenían mayor altura que la torre de Santa María e impulsaban a su bonitera, sin vela, a mayor velocidad que la de un ferrocarril. Al no poder dirigir la embarcación con precisión y empujar el oleaje a los náufragos a barlovento y a su embarcación a sotavento, la maniobra para volver al lugar donde se hallaban los náufragos era dificilísima. De nuevo junto a la embarcación quilla al sol, Ezkiaga asió la estacha lanzada por Ibarra, pero era tal la violencia con que el mar empujaba a su bonitera, que al final, a pesar de haber cedido sesenta metros de chicote,
 tuvo que soltarla. Entretanto, los tripulantes de babor, que habían echado los cabos a los que se hallaban en el palo mayor lograron rescatarlos con vida. Al ver que la lancha de Ibarra se alejaba arrastrada por las olas Ezkiaga le preguntó angustiosamente: “¿Lorenzo hemen izten nozue?” (¿Lorenzo me dejáis aquí?). A lo que Ibarra respondió con un estentóreo “Ez”.
Tomó Ibarra hacia la banda de tierra, alzando la vela -maniobra difícil- dirigiéndose hacia el norte para volver luego al sur, a fin de buscar a los náufragos. Otras dos embarcaciones que venían del norte cerraron las velas para ceñirse junto a la lancha volcada, y pudieron recoger a los tres tripulantes que se sostenían sobre ella. Faltaban el patrón y el chico que se sostenía en la “aurtzola”. Ibarra volvió a buscarles, pero al llegar al lugar del naufragio la embarcación zozobrada se había enderezado, para desgracia del patrón Ezkiaga que pereció al instante. También se había ahogado ya el muchacho de la “aurtzola”.
Al regresar a puerto con los tres náufragos salvados, un golpe de mar inundó la embarcación por popa. Ibarra evitó con su pericia que se fuera a pique, ordenando una hábil maniobra y colocando ráp
idamente a todos sus tripulantes en proa, con lo cual consiguió desalojar el agua que había entrado a bordo.
Para hacer frente al temporal tuvo que ordenar bajar la vela mayor; llovía torrencialmente, y cuando volvía a puerto, hallándose a unas diez o doce millas de éste, aproximadamente, vieron que a la bonitera “Campo libre”, patroneada por Tiburcio Badiola, se le había roto el timón y la vela machete hallándose ala deriva. Llevaba muchas horas en esta situación y aunque fue vista por otras embarcaciones, éstas, no pudiendo defenderse contra la tempestad, optaron por retirarse. Ibarra puso la embarcación junto a la que se hallaba sin gobierno, por la parte  que azotaba el viento, para darle socaire y en esta forma consiguieron entrar ambas a la bahía.

- El 13 de agosto de l902, encontrándose Ibarra pescando bonito a una altura de diecinueve millas de tierra, vio una embarcación en situación peligrosa, a juzgar por la forma rara en que aparecía su 
velamen. Ibarra se dispuso inmediatamente a acudir en su auxilio, cerrando las velas grandes y levantando la pequeña. Al mismo tiempo llamó la atención a otras embarcaciones que se hallaban próximas sobre lo que estaba ocurriendo, para que le ayudaran en el salvamento, pero por lo visto no entendieron sus señas. Pronto confirmó sus sospechas, pues a unas dos millas estaba una embarcación inclinada de costado sobre el mar y con la vela flotando sobre éste. Ibarra tomo rumbo norte para colocarse en la parte de fuera y volver al sur, y gracias a esta habilísima maniobra pudo recoger a los nueve tripulantes de la embarcación zozobrada. Dos de ellos se hallaban casi ahogados. Uno de los náufragos, sobrino del patrón, a quien Ibarra salvaba por segunda vez, se puso de rodillas ante él y llorando le dijo: ¿Con qué te voy a pagar?, pues por segunda vez me traes al mundo. Ibarra no dio importancia a su acción heroica.
A las diez de la noche, uno de sus tripulantes comunicó a Ibarra que uno de los náufragos rescatados había muerto, como consecuencia de la asfixia sufrida antes del salvamento. Aquel se afligió mucho, pero, como era una constante en él, sin perder la esperanza dispuso que le hiciera tragar al supuesto difunto una fuerte cantidad de aceite. Este vomitivo surtió sus efectos, y de este modo pudo desalojar toda el agua que había ingerido en el mar; todos sin novedad, entraron en Bermeo.

- Era el año 1907. Los pescadores no habían salido a faenar a causa de temporal, y gran número de ellos contemplaban desde la Atalaya el siniestro aspecto que ofrecía la barra del puerto. Ibarra se encontraba .con otros compañeros, en Gaztelu, contemplando la furia del mar, cuando divisaron en el horizonte al vapor de matricula de Santander, María Carrasco, sin gobierno y a merced del oleaje. Sus nueve tripulantes arriaron un bote, y montando en él, pretendían ganar la boca del puerto. Sin duda no conocían las dificultades de la barra, o mejor dicho, la imposibilidad de franquearla. Aquellos hombres iban a una muerte sin remedio, por lo que los pescadores, desde tierra, les hacían señas de que no intentasen entrar en el puerto. Por lo visto, no entendieron las señas pues proseguían en sus esfuerzos por cruzar con tan frágil embarcación la temible barra. La angustia oprimía los pechos de los pescadores, que, consternados, contemplaban el dantesco cuadro, esperando de un momento a otro, con la natural zozobra, que los náufragos sucumbiesen ante su vista, sin poder prestarles socorro.
Ibarra propuso a sus compañeros que se intentara el salvamento, pero todos se opusieron, estimando que era ir a una muerte cierta, sin probabilidades de salvar a los que se hallaban en el mar. Por su parte, el Comandante de Marina había prohibido terminantemente a los pescadores que se hiciesen a la mar. La catástrofe parecía inminente, por lo que Ibarra, no pudiendo presenciarla impasiblemente, decidió retirarse a su casa. Pero la conciencia le remordía y los pies parecía que no le permitían avanzar. Al pasar por el puerto vio que un vaporcito echaba humo. El maquinista había encendido la caldera para probar la máquina. Ibarra se dirigió a él con resolución y le preguntó: ¿Tiene presión? (¿Está el barco en condiciones para salir?). Al obtener contestación satisfactoria a su pregunta, Ibarra dijo al maquinista: -Levanta lo que puedas la presión y ahora voy yo. Y tomando un bote, se dispuso a subir a bordo. Al ver la actitud resuelta de Ibarra, tras él se fueron otros ocho o nueve hombres. Cuando se disponía a salir, el dueño del vaporcito, que vivía cerca, salió al balcón y alarmado por la suerte que iba a correr éste, gritó disgustado: 
¿Quien os autoriza a disponer de mi barco? ¿Quien me responde de lo que ocurra?
 Ibarra, volviendo la vista hacia él, le respondió con energía:¿Me conoces a mi?.
Si. Fue la respuesta.
Pues yo respondo. Y no dijo más.
El aspecto del mar era tan sobrecogedor, que los más viejos pescadores no recordaban un temporal tan violento. Al ver a aquellos esforzados pescadores ir a jugarse la vida por salvar la de unos semejantes a los que no conocían, el clero de Santa María salió con el Santísimo al muelle para que la presencia del Señor aplacase la cólera del mar. Era emocionante, sublime y conmovedor, el cuadro que ofrecían los sacerdotes, revestidos y rodeados del pueblo, que arrodillado pedía a Dios la salvación de aquellos hombres. Sólo esta vez se recuerda que haya salido el Santísimo en iguales circunstancias. El salvamento se realizó con toda felicidad, y los tripulantes del bote, que por lo visto ya habían creído llegada su última hora, al acercarse el vaporcito en el que iba Ibarra, subieron a él sin acordarse de recoger la ropa y efectos de valor que habían llevado al bote.. Ibarra, fervoroso creyente, aseguraba que Dios había oído las súplicas del pueblo, pues al realizar el salvamento vieron que la barra se hallaba relativamente tranquila, y en cuanto llegaron a puerto volvió a encolerizarse la mar. Por este salvamento le fue concedida a Ibarra la medalla de plata del Salvamento de Náufragos, y la cruz del Mérito Naval con distintivo rojo, pensionada con 250.-Ptas. al mes. ¡Barato cotiza el Estado el heroísmo de estos humildes hombres de mar, que exponen su vida por amor al prójimo y sin afán de gloria alguna, ni estímulo de premio en esta vida!.

- El último salvamento lo realizó Ibarra en febrero de 1908. Un día de fuerte temporal, el balandro “Simón” se hallaba a la vista del puerto sin poder ganar la barra a causa de la marejada. Ibarra decidió acudir en su auxilio, y saltando a una trainera, consiguió acercarse al balandro y lanzarle una estacha, realizando el salvamento.

Después de una vida heroica, de lucha constante con el mar. Lorenzo se jubiló definitivamente. Como única recompensa había alcanzado la pensión de una peseta diaria que pagaba la Cofradía a todos lo pescadores ancianos.
Al verse relevado de dedicarse a sus faenas, la primera preocupación de Ibarra fue la de ir a visitar a los hijos que vivían en Chile; y a pesar de tener cerca de setenta años embarcó para Valparaiso donde permaneció siete meses.


Este fue nuestro hombre, al que nunca agradeceremos suficientemente su ejemplo de vida solidaria, valiente y generosa.

EUSEBIO BASABE -WILLY SABIE-


Eusebio Basabe -Willy Sabie-

 En estas pequeñas colaboraciones anuales, me agrada mostrar las gestas de grandes hombres bermeanos que han expuesto sus vidas por socorrer a los demás, o a personajes ilustres que habiendo surgido de este pueblo, lo han universalizado, con su buen hacer. Han sido por mi parte, intentos de reconocer sus valores, admirarles y de algún modo homenajearles.

Pues bien, en esta ocasión, trataré de presentaros un caso atípico. Era excepcional, (incluso a finales del siglo XIX en que se comenzaba a trabajar a edades muy tempranas) la precocidad, la osadía y la intrepidez que derrochó nuestro personaje, cuando decidió que no quería seguir el camino habitual de los demás chicos de su edad.

Eusebio, que así se llamaba, nació en 1885, en el caserío Gorostadi con el nº28  en el barrio de Arene, situado en un lugar solitario del cual no se divisa ningún otro caserío, actualmente Gorostadi se encuentra en estado ruinoso. Fue bautizado en la iglesia de Santa Eufemia. Se trataba de un niño ágil tanto para trepar por una pendiente con una cabra, que se había despeñado, atada a su pequeña cintura, como para pillar las pequeñas monedas arrojadas por algunos veraneantes que disfrutaban viéndole zambullirse en el agua. Un chico que ayudaba a su madre en los recados, acompañaba a su padre cuando marchaba para la compra de ganado e incluso, cuando era necesario, se encargaba del cuidado de cabras y vacas, como un 
pastor avezado.

Ahora bien, lo que más admiraba el pequeño Eusebio era la vida de aquellos marinos que veía marchar hacia mundos desconocidos y que pasaban largas temporadas en puertos lejanos. Así que un buen día, le planteó a su padre sus deseos de navegar. La tajante negativa del progenitor, que no comprendía semejante locura, le persuadió en su fuero interno, de que era él y nadie más que él, quien iba a tener que tomar la arriesgada decisión de marchar, si quería ver cumplidos sus sueños.

Muchas noches no conseguía conciliar el sueño por la emoción que le producía la posibilidad de conocer ciudades importantes, navegar en grandes buques, conocer otras gentes, así como países exóticos con animales extraños. Otras muchas noches se desvelaba por el desgarro que le producía separarse de su familia, quizás para siempre; intuyendo que al alejarse de su entorno conocido se lanzaba a una aventura en la que no sería fácil sobrevivir.

La atrevida decisión se iba gestando con ansiedad y por fin un día se materializó: Eusebio Basabe Abando, polizón escondido en la bodega de un barco, navegaba dirección a Cardiff.

Al ser descubierto en alta mar, aquel chiquillo de doce años fue presentado al capitán. Interpelado, por éste, expresó espontáneamente que quería ir a Inglaterra. El capitán sorprendido por el convencimiento que transmitía y por la energía que desbordaba el muchacho, le admitió como “tripulante especial” si accedía a colaborar en las funciones de marmitón o en cualesquiera que surgieran hasta llegar al puerto de destino.

Primer escollo salvado; trabajó afanosamente en todo aquello para lo que fue requerido y después de varios días desembarcó en el puerto de Cardiff, sin conocer otro idioma que el euskera natal y con los bolsillos vacíos.
Después de varios años de sobrevivir azarosamente trabajando en múltiples ocupaciones, a los dieciocho años consigue colocarse en una importante compañía minera, en Troedyrhiw. Troed-yrhiw era un pueblo galés enclavado en una zona que tradicionalmente se había dedicado a la extracción del carbón.

Entre los jóvenes de su edad existía una gran afición por el boxeo y Eusebio, fuerte y ágil, comenzó a entrenarse. Pronto destacaron la rapidez de juego de sus brazos y la contundencia de sus golpes, consiguiendo primero ser campeón del pueblo y después del condado, llegando a disputar el campeonato de Gales. Boxeó en varias ocasiones en Cardiff e incluso una en París. Casi siempre vencía al contrario por K.O.

Al mismo tiempo que se extendía su popularidad por toda la región, Eusebio Basabe se había ido transformando paulatinamente en Willy Sabys. Sin embargo, los éxitos alcanzados no hicieron mella en sus sanos principios: valoraba su estado físico, no le gustaba emborracharse, estimaba la bondad de sus adversarios y sentía profundamente si consideraba que podía herir los sentimientos ajenos. En definitiva, era una buena persona.

A pesar de lo bien valorado que estaba el boxeo en la zona y el cariño que le demostraba el público, cuando sintió lo que sufrían sus hijas, Becye y Victory, y su mujer, guapa galesa de ojos azules y cabello muy oscuro, cuando llegaba magullado y ensangrentado tras un combate, abandonó el ring. Y lo abandonó definitivamente.

Sin embargo, en los momentos de nostalgia, acariciando sus guantes de boxeo y mostrando su musculatura, relata con cierta amargura los momentos estelares de sus peleas y recuerda los nombres de sus adversarios más importantes, mientras hace ademanes de dar bruscos golpes secos y redoblados.

Las narraciones eran realizadas en un idioma “sui generis”, mezcla de inglés y español. Inglés por asimilación de la cultura que le rodeaba y español por la amistad que mantenía con un castellano-parlante y la lectura de algunos periódicos bilbaínos. Durante los doce años de incomunicación absoluta con su familia, su euskera fue oxidándose, pero curiosamente conservaba en la construcción de las frases la estructura euskérica. La amalgama resultaba francamente graciosa.

Aunque seguramente no se cumplieron todos sus sueños infantiles, no me queda la menor duda de que su vida fue muy digna y admirable, pues era respetado, valorado y querido en un entorno cultural y social muy distinto al de su punto de partida.



1914 ADORACION NOCTURNA DE BERMEO

Evoluciones Sociales

Orain dela 100 urte


El cinco de Septiembre de 19l4 se llevó a cabo la inauguración de la sección de la Adoración Nocturna de Bermeo.
La sección de Bermeo, tomó como Patrón, a San José, y la dirección espiritual el párroco de Santa María, Don José Domingo Iturraran promotor y alma de la asociación.
Para el efecto vinieron adoradores de diferentes pueblos y capitales de Bizkaia, Gipuzkoa y Alaba.    
Fueron más de mil las personas que acudieron a estos actos, así mismo por acuerdo tomado, el Ayuntamiento asistió en corporación, a los actos que dieron comienzo a las diez de la noche, con la jura de bandera y la imposición de las insignias, en tanto se cantaba el “Te Deum”. Por designación del Consejo de Bermeo fue nombrado abanderado el bermeano Basilio Atxikallende.
Merece mención aparte la elocuente plática pronunciada desde el previsterio por el Padre agustino Saturnino Urtiaga.
A las tres y media de la mañana un repique general de campanas anunció que iba a dar comienzo la misa que fue celebrada por el párroco y cantada a dos voces por los adoradores, y a continuación la procesión por las calles Intxausti, Juan de Nardiz (que adornó su entrada en la Plaza con un arco), Ercilla y Bidebarrieta, luciendo en balcones y ventanas adornadas con luces y colgaduras, lo mismo que los balcones del Ayuntamiento. En la procesión fueron 42 las banderas de las distintas secciones de los diferentes pueblos.
Los actos de la noche fueron dirigidos por el Presidente de la sección de Madrid, Sr.  Andres Maldonado, actúando de secretario el presidente del consejo diocesano Francisco Fernandez del Castillo. Terminando con la bendición al pueblo, para lo que se levantó un altar frente al Ayuntamiento.

La lectura de la curiosa reseña me ha suscitado varias consideraciones: el eco que tuvo en los medios escritos de la época un acto puramente religioso; la resonancia que produjo en el pueblo que engalanó, sin escatimar esfuerzos, balcones y ventanas para realzar el acto; la numerosa concurrencia de miembros de muchos pueblos y ciudades que acudieron utilizando los rudimentarios medios de transporte de la época, casi sin trenes y autobuses, y que sospecho tuvieron que ausentarse de sus domicilios y quehaceres más de un día y su correspondiente noche; la repercusión en el Ayuntamiento que adornó sus balcones y participó al completo en un acto de una Asociación exclusivamente de carácter eclesiástico y cómo no, la intempestiva hora de celebración de la misa y de la procesión. 

Me han surgido también algunas preguntas: ¿vinieron hombres y mujeres?, ¿hace un siglo, podían ausentarse de sus casas las mujeres si no era para ir a trabajar?, ¿las mujeres podían ser miembros de la Adoración Nocturna?...

1634 LOS MARTIRES BIZKAINOS


 INJUSTICIA SOBERANA
LOS MARTIRES BIZKAINOS DE 1634

Orain dela 380 urte

             Corría el año 1.634. Bizkaia aun tenia conciencia de su dignidad. Por eso encontró entre los bizkainos viva resistencia a la tentativa del rey de España, Felipe lV, de obligar a Bizkaia al pago del impuesto de la sal.
Felipe lV había jurado respetar las leyes fundamentales de Bizkaia, una de las cuales (ley IV Tit I),decía que los bizkainos estaban exentos de pagar tributos al rey de España “así estando en Biakaia como fuera de ella” Al exigir el Rey que los bizkainos pagaran el impuesto sobre la sal, quebrantaba el juramento prestado y atentaba a la independencia política del Señorío.
Solamente un puñado de hombres cultos, con el secretario del Señorío , Ajorabide al frente y un puñado de sacerdotes patriotas animaban el ardor del pueblo y lo aconsejaban, demostró tener un espíritu sano incontaminado, en las horas del combate, luchando denodadamente.   
Rotunda fue su protesta. Con energía exigió  de los representantes que resistieran a las injustas pretensiones de Castilla.
Memorable había sido la mañana  fría de 15 de febrero de 1.633, fueron innumerables los “nekasaris”, “arrantzales” y ferrones patriotas los que acudieron a presenciar el desenlace del pleito que en la junta general debía tener lugar bajo el roble secular.
Terminada la misa del Espiritu Santo, celebrada por el patriota Armona, los junteros se dirigieron al lugar de la asamblea.
Martin Otxoa de Ajorabide hizo uso de la palabra con energía y valentía. La junta general general mostrose digna del pueblo. Rechazo al corregidor Lope de Morales, autor del contrafuero, quien dicto el decreto real sobre el “estanco de la sal”y el impuesto sobre esta mercancía; no reconoció titulo alguno al duque de Ciudad Real para ser admitido en la Asamblea ni para que su voz siquiera fuera escuchada, acordaron finalmente los legisladores bizkainos que fuera “obedecida y no cumplida “ la orden real “ obligando a los alcaldes para que la contribución de la sal no fuera cobrada”.
Quedaron derrotados los servidores y satélites de la Corte  real. El vasco cortesano disimulo su humillación, infligida por la Junta General  ilustrada por el secretario del Señorío.
El deseo de seguir siendo libre pudo más que la voluntad del rey de igualar al estado libre de Bizkaia con el resto de la península. Felipe lV retiro sus pretensiones.
De su perdón fueron excluidos varios bizkainos cuya memoria debe ser para nosotros ejemplo de estimulo. Nunca falta un traidor que con tal de agradar a los poderosos, se convierta en Cain de su patria y sus hermanos. 
Un bizkaino, Juan Alonso de Idiakez, duque de Ciudad Real y heredero de las casas de Butron y Muxika , fue quien en compañía de un grupo de bizkainos descastados, apreso sigilosamente a quienes solo habían obrado movidos por el ansia de ver a Bizkaia gozando de su libertad.
No todos fueron cogidos. Los más precavidos lograron evadirse. Otros se refugiaron entre protegidos entre los bravos arrantzales de Bermeo. 
Los sacerdotes patriotas contra quien se dio la orden de detención, se libraron del garrote gracias al cariño de sus protectores. 
Seis fueron ajusticiados. He aquí los nombres de setos bizkainos gloriosos: Martin Otxoa de Ajorabide, Juan de la Puente Urtusaustegi, Morga Sarabia , Juan de Larrabaster,  los hermanos Juan y Domingo Bizkaigana y el sacerdote Armona. Los cuatro primeros fueron ahorcados en  la cárcel de Bilbao el día 24 de mayo de 1.634; los tres siguientes sufrieron también la horca en la plaza pública (actual Plaza Vieja), el 24 de mayo, y el sacerdote Armona murió de la misma manera , en la cárcel, el 25 de junio.     
Transcribo unas lineas del fuerista Fidel de Sagarminaga con relación a este acontecimiento.”Puede ser revolucionaria la conducta de los alterados si por revolución se entiende todo lo que causa perturbaciones;pero entiendo este calificativo como es usual y corriente, mal podrán llamarse revolucionarias las pretensiones de Morga, Arana, Armona y sus secuaces,porque nada hay en ellas que no se acomode de todo punto a la letra de los fueros ni se aparte de la índole de las costumbres inmemoriales del Señorío ni del justo respeto debido a la Corona, tan obligada a guardar los fueros, como los Bizkainos a respetarla y obedecerla.
La ira contenida de los miles de bizkainos que contemplaban en la vieja plaza bilbaina la ejecución de los patriotas, lanzaron un grito angustioso al expirar el último de los héroes populares.

Este suspiro de la multitud, ha llegado hasta nosotros para protestar de la injusticia  castellana, moviendonos a admirar a los que supieron su deber patriótico ofreciendo sus vidas a la muerte.                                                                                                                                                                                                                                          

lunes, 14 de julio de 2014

CONSTANTINO LARRINAGA BILBAO


Constantino Larrinaga Bilbao, natural de Bermeo, de cincuenta años de edad, hijo de Mariano y Petra, pescadores. 
En su larga vida de mar ha realizado varios salvamentos, algunos con gran riesgo de su vida. Entre dichos salvamentos figura el de los tripulantes de la bonitera “Fatima” a los que encontraron en una balsa y el de la lancha lekeitiana “Bizkaitarra”.

En cierta ocasión y después de haber intervenido en un salvamento en medio de una galerna imponenete, tuvo que ingresar en el hospital de Santander con las piernas hinchadas a causa de los fuertes golpes de mar que tuvo que sufrir para realizar su humanitaria obra.

Tambien salvo en otra ocasión a Galo Bilbao, “Arballu”, a quien un golpe de mar arrebato de su embarcación y a duras penas podía mantenerse en el agua.

JUAN BAUTISTA URIBARRI



Nacio el año 1881 en la Villa de Bermeo, tiene por tanto, en 1927, cuarenta y seis años de edad. Es casado y padre de cuatro hijos varones y dos hijas, y patronea el vaporcito pesquero “Mascote.  
Cuando contaba veinte años y perteneciendo como tripulante a la bonitera “Bizkaitarra” que mandaba Timoteo Astorkiza, hijo del célebre en hazañas pesqueras “Markos-Ondarru”, se hallaban en el mes de julio dedicados a la pesca del bonito a una altura de 24 millas de tierra cuando se desarrollo una fuerte galerna que hizo zozobrar a la lancha “San Jose” de Lekeitio, una de las boniteras que se encontraban a la vista. Advirtiéndolo el patrón de la “Bizkaitarra” fue a su auxilio, encontrando a los náufragos que pugnaban por sostenerse sobre la quilla de la embarcación. Largoseles una estacha que ellos asieron, sujetándola a la lancha propia, pero sin decidirse a abandonarla y lanzarse al mar por el estado imponente de las olas.
Entonces Uribarri, atándose por la cintura otro chicote se tiro a nadar y alcanzo a la embarcación naufragada; y estando amarrándola para que por la primera cuerda subieran los naufragos a bordo de la “Bizkaitarra”, se rompió la estacha que sujetaba a la “San Jose” llevando con ella a cuatro de los náufragos que la tenían asida y que fueron recogidos por la “Bizkaitarra”. Como consecuencia quedaron Uribarri y tres de los náufragos a merced de las olas sobre la quilla de la “San Jose”, que flotaba a la deriva sin enlace alguno con la lancha que les presto salvamento.
Ante esta situación, Uribarri, sin arredrarse  dio instrucciones a sus compañeros, gritándoles con potente voz: “Atzerantz egin, beste mandatik etorkozarie neureñe ta”, indicándoles que se hicieran afera para que al volver les recogieran. Mientras maniobraba al efecto la lancha “Bizkaitarra”, teniendo que dar un rodeo de casi una hora de camino apercibiese de lo que sucedía la bonitera “Joven Lazara”, patroneada por el popular Florencio, y acercándose como pudo a la naufragada, vieron con la natural sorpresa que el bermeano Uribarri se encontraba en ella. Este les pidió que le largaran una estacha buena, cogida la cual buceo en el agua y permaneciendo sumergido y bajo la embarcación consiguió amarrarla a una tosta de la “San José”. Tras esta operación, dificilísima y peligrosa, viendo que los náufragos se encontraban extenuados y que no se decidían a lanzarse al mar, los fue atando de uno en uno y enviándolos a la lancha “Joven Lazara”, cuyos tripulantes cobraban la estacha para embarcarlos a bordo. Cuando todos hubieron pasado de esta manera a la embarcación salvadora, Uribarri, sujetándose la cuerda a su cintura se lanza el ultimo al mar siendo también levantado a la “joven Lazara”. 
Reunidas después esta y la “Bizkaitarra” se hicieron a puerto; pero habían hecho una hora de camino, cuando un golpe de mar hizo naufragar a la bonitera “Bizkaitarra”, a cuyo salvamento tuvo que dedicarse una vez más nuestro héroe desde la lancha “Joven Lazara” consiguiendo, después de muchos esfuerzos recoger y salvar a trece hombres de diecisiete que llevaba a bordo la lancha naufragada, pereciendo por tanto cuatro hombres: un bermeano y tres lekeitiarras.
Uribarri reconocido por todos sus compañeros como el protagonista valeroso de esta singular hazaña, fue recompensado por la Diputación de Bizkaia con un premio en metálico, que gestiono don Sabino Arana y Goiri, diputado a la sazón y por la Sociedad de Salvamentos de Náufragos con el diploma de la medalla de plata.
A pesar de los veintiséis años transcurridos desde entonces y de que no han faltado salvamentos heroicos en nuestro mar, se recuerda aun hoy esta proeza de aquel muchacho de apenas veinte años, que puso de relieve la fortaleza y vigor de su cuerpo y la grandeza de su corazón, con la valentía y el temple de su espíritu: cualidades que el actual patrón del “Mascote” podría hacerlas patentes, si la ocasión volviese a serle propicia.


martes, 15 de abril de 2014

CENTENARIOS

El dia de San Pedro, 29 de junio de 1913, comenzaron los actos con la misa a las diez de la mañana en la iglesia de Santa Eufemia, a la que acudió el ayuntamiento en corporación, como era y sigue siendo costumbre. A continuación, se procedió a la bendición del frontón, que se decía ser uno de los mas espaciosos y mejores en su clase. Al acto asistió mucho público y a las cuatro de la tarde, con lleno hasta la bandera, partido de pala con palistas de primera categoría, los hermanos Begoñes 1º y 3º contra Txistu y Cantabria, que ganaron los primeros por 50-46; partido muy aplaudido del que el público salió muy satisfecho. A ver si el año próximo para conmemorar el centenario, la comisión organizadora de los festejos nos puede ofrecer un festival de pelota interesante, (como sugerencia, ¿Podría ser el primer partido de profesionales Villa de Bermeo con pelotaris de primera?)

En estos cien años, el frontón ha pasado por distintas y variadas vicisitudes. En principio hubo una propuesta por parte de la corporación para trasladar al frontón el mercado que se hacía en la plaza Sabino Arana y ante la oposición de la mayoría y la recogida de firmas que se llevo a cabo en el pueblo la idea quedo desestimada. Más tarde el club Lagun-Etxea quiso instalar allí su club social, propuesta que tras muchos tira y aflojas desestimo el ayuntamiento, también se utilizo para hacer los tanques para la prolongación del martillo del rompeolas, lo mismo que para hacer los bloques del rompeolas y a su vez como almacén y garaje para el organismo Obras del Puerto. Allí hemos conocido la estafeta de telégrafos en la planta baja y viviendas municipales en plantas altas, hubo una propuesta para construir en la parte baja la nevera para acumular el hielo para las embarcaciones y sobre la nevera rehacer el frontón, que no la tomo a bien el Ayuntamiento y como final y de momento está allí hoy la biblioteca municipal.

Sobre el proyecto del frontón no se con certeza quién es el autor del mismo, tengo conocimiento de que fue un arquitecto joven estudioso y entusiasta por Bermeo, ¿podría ser Teodoro Anasagasti? Entre finales del año doce y principios del trece estuvo en Bermeo y por esas fechas se le rindió un homenaje.

El presupuesto estimado para la construcción fueron 44.000.-pesetas que mediante concurso se llevo a cabo por el contratista de Gernika Vicente Basabe  (a) Chover. Las dimensiones eran 62mts de largo por 21m de fachada que suponían once cuadros de cuatro metros de cancha con pared de piedra caliza de 11x10mts. de altura, y en la pared izquierda 9x10mts de la misma piedra.

También el mismo año el 21 de agosto, se inauguro el campo de San Mames, fue el autor del proyecto el arquitecto Manuel María Smith Ibarra, del que se hicieron grandes elogios, venía a ser uno de los arquitectos mas en moda, muy solicitado por la clase social alta de Bizkaia. Según opinión de los expertos, el campo era de unas características solo comparables con el del Chelsea inglés. Llevada a cobo la bendición, se jugó el partido inaugural entre el Athletic y el Racing de Irun que termino con el resultado de empate a uno, sin que el Racing marcara, los goles fueron marcados a los cinco y catorce minutos del primer tiempo, el primero a pase de Acedo que de un shoot largo y cruzado lo marca Zuazo y el segundo en un despeje del portero Ibarretxe que dando en la espalda de Patricio entra en propia puerta.

Manuel Maria Smith, también dejo señal en Bermeo, fue autor del proyecto del chalet que estuvo ubicado en la calle Santa Mañe, justo al lado de donde estuvo Telegrafos y las escaleras de Sarragoitxi. Estimo que era la construcción mas bonita de la zona, fue construido por encargo de Dª Maria Ibarraran, mas tarde se lo vendió a Dº Ignacio Ucelai, que fue el que lo ocupaba. Luego fue derruido y en su lugar están el grupo de viviendas números 4 y 6 de la calle.


Al margen de en esta nuestra era, también hubo equipos de futbol en otras épocas, por lo que para muestra traigo una reseña de las pocas que se conservan de un partido de futbol (esta recogida del periódico Excelsior, periódico este fundamentalmente de carácter deportivo)  partido este que se jugo el 28 de febrero de 1929 en el campo de Atalde, campo ubicado en la carretera de Matxitxako a mano izquierda a unos 150mts del cruce de  la carretera para Bakio.






Voy a hacer un resumen de los tres hechos  de los que el próximo año se conmemora el centenario, al margen de otros mas o menos importantes que se dieron el año 1913 resalto estos que quizá por su cercanía han sido mas de mi agrado, con mi deseo de que también sean del vuestro. Del primero el periódico “Euskadi” que surgió el 1 de febrero de 1913 y continuo editándose hasta el año 1937, fue este muy aceptado especialmente por la clase nacionalista.

Por orden de fechas, señalo también la inauguración de nuestro frontón Artza el 29 de junio de 1913 y, cómo no, la del campo de futbol de Athletic, San Mames, el 21 de agosto del mismo año. Para finalizar un añadido especial con relación al arquitecto Manuel Maria Smith Ibarra.

1922 NAUFRAGIO EN BERMEO

Perecen tres arrantzales a la vista de sus familiares.

Los hechos ocurrieron hace noventa años, el 19 de Diciembre de 1922. Hacía varios días que los pescadores no se hacían a la mar y la causa no era otra que la del estado de la misma.
Los cronistas de la época se expresaban de esta manera: Nuevamente la desgracia aflige a la sufrida clase pescadora, el pueblo de Bermeo ha estado a punto de presenciar una de esas catástrofes, que cual la del año 12, dejo tras de sí miseria y llanto en cientos de hogares humildes, por la pérdida de sus seres más queridos.

Hacía varios días que nuestros arrantzales no se hacía a la mar y esto venia a ocurrir con relativa frecuencia, lógicamente cuando la mar se ponía rebelde atravesar la rompiente que se originaba desde la zona de Errosape hasta el arranque del rompeolas era labor de héroes, pues esta maniobra solo la podían y tenían que hacer las embarcaciones de Bermeo, en otros puertos, la salida a la mar no tenia las dificultades que tiene el nuestro y no se daba con la frecuencia que aquí el no salir a pescar. Empezada la construcción del rompeolas, llevaba ya veinte años que las obras estaban paralizadas, decían era por anomalías en los materiales que se estaban empleando. En nuestro pueblo el rompeolas y el tren (este entonces proyectado de Mungia a Bermeo) eran la promesa eterna de los políticos, en los periodos de elecciones, que lo mismo que ahora, quedaban en promesas.

Este día, a pesar del estado de la mar, decidieron salir a pescar, eran sobre las cinco y media de la mañana. Cuando ya se había hecho a la mar una parte importante de la flota, e iniciada la salida por otras tres embarcaciones, entre estas la “Santa Agueda” cuya tripulación la componían Juan Blas Begoña, armador y aitxitxe nuestro, Alfonso Astoreka, patrón, yerno del armador y a su vez tío nuestro, Esteban Getxo, maquinista; Toribio Telletxea, Francisco Exposito, Modesto Atoreka, Antonio Bilbao, Jeronimo Bulukua y Francisco Zobaran. La embarcación fue sorprendida por una enorme ola rota que envistió con tal fuerza que la levanto de proa a popa y dándole varias vueltas fue a estrellarse y romperse contra las rocas. Los compañeros de las otras dos embarcaciones, no se dieron cuenta de lo que sucedía pues las enormes olas les impedían verse entre ellos, hasta que oyeron los gritos de auxilio de los náufragos, decidieron auxiliarles, pero viendo que sus esfuerzos eran baldíos, llamaron la atención del resto de las embarcaciones mediante bengalas, que vistas por los barcos que ya enfilaban mar abierta, retrocedieron los mas cercanos en ayuda de sus compañeros, que acudían haciendo tocar sus sirenas, el ruido de estas hizo que el vecindario se despertase y asustado acudió a lugares desde donde se divisaba el espectáculo, la angustia era mayor pues aun de noche la oscuridad impedía ver lo que pasaba. A medida que amanecía se iban viendo como algunos barcos hacían arriesgadas maniobras con riesgo de perder vidas y embarcaciones.

Uno de estos barcos era el “Artagan Mendi”, patroneado por Kosme Ibarluzea, que exponiendo vidas y embarcación, tras grandes esfuerzos, consiguió salvar con vida a seis tripulantes del “Santa Agueda”. Todos los esfuerzos que se hicieron para salvar al resto de la tripulación fueron inútiles. Los ahogados fueron, Juan Blas Begoña (nuestro aitxitxe) Toribio Telletxea y Francisco Zobaran, este que hacía muy poco tiempo había vendido la parte de su embarcación y en tanto se hacía con una nueva embarco en la naufragada.

El estado de la mar y el empeño en la localización de naufragos hizo que los barcos demoraran la entrada en el puerto, en tanto la gente arremolinada en los muelles, permanecía angustiada, pues desconocían el alcance de la tragedia; hasta que mediado el día, consiguió ganar puerto el vapor “San Francisco” trayendo el cadáver de Toribio Telletxea. Más tarde entro el “Neptuno” patroneado por Eugenio Begoña, (era este osaba nuestro) que era el portador del cadáver de su padre, fueron escenas angustiosas las que sucedieron al desembarcar los cadáveres, a pesar de lo esfuerzos el empeño en recuperar al tercero de los ahogados no les fue posible dar con él.

Esteban Getxo contaba que al hundirse el vapor él se encontraba en sus faenas en la maquina y que la embarcación dio varias vueltas arrojándoles contra las planchas, a consecuencia del golpe perdió el sentido y al recuperarlo se encontró en el agua cerca de las peñas, nado hacia fuera desconociendo el tiempo que había transcurrido hasta que los que acudieron a socorrerle le lanzaron un chicote y pudo ser recuperado.

La tripulación del “Santa Agueda” la componían diez hombres dándose la circunstancia de que aquel día uno de ellos al ir a embarcar tuvo un contratiempo  y la suerte quiso que este no se viera envuelto en el drama.

El estado de la mar impidió la entrada al puerto de la mayor parte de los barcos, al pie de unos cuarenta y cinco, ante esta imposibilidad, decidieron ir a otro puerto, y después de contrastar distintas opiniones acordaron que irían a Bilbao para luego al día siguiente ir en manifestación a la Diputación y al Gobierno Civil.


Para unirse al ellos salieron por carretera al día siguiente, el alcalde Emilio Ortube, el concejal Pujana, los presidentes de las cofradías San Pedro y Santa Clara, Agapito Anduiza y Juan Erkiaga, junto con estos también el ex-alcalde don Ricardo Urrutia, Kosme Ibarluzea y buen número de gente relacionada con la mar. Consiguieron que una comisión se entrevistase con el presidente de la Diputación Sr. Jauregi, asi mismo con el gobernador interino Sr. Marques de Fuerte Goyano y después de escuchar las consabidas promesas vinieron de vuelta a Bermeo con las correspondientes condolencias, para acudir a las cuatro de la tarde al funeral que se celebro. Acudio prácticamente el pueblo entro, la manifestación de duelo que produjo fue impresionante.

COSAS DE LA MAR

Desde estas páginas voy a tratar de hacer un pequeño homenaje al elemento que dentro del entramado que supone la organización de un embarcación de pesca, la poca importancia que parece que tiene, siendo como son útiles en muchas ocasiones y generalmente, o casi siempre, el primero en embarcar cuando se dirige con su amo a la embarcación, este es el perro de abordo, (barroko txakurre) que era como si fuese uno más de la tripulación, del que todos se preocupaban, aunque su propietario podía ser el patrón o cualquier hombre de la tripulación.
Se decía que era el perro el primero en enterarse de la llamada del señero y presto con sus ladridos despertaba a su amo, llegando en algunos casos a tirar de la manta de su cama. Al dirigirse al muelle el perro iba por delante y situabase en la proa –cascote- para desde allí estar ojo avizor a lo que pasa y ladrar siempre a la sazón que sea, llamar la atención de su patrón.

Cuando salían a besugo, palometa, chicharro etc. el perro siempre atento a lo que ocurría en el devenir de la pesca, si por la razón que fuese, al embarcar alguna pieza se soltaba, este presto saltaba al agua para cogerla y estaba determinado que la pieza cobrada por el perro, pasaba a ser propiedad del dueño del animal.

A la hora de defender el barco, nunca le consentían que perro extraño viniese a discutir su titularidad, marcaba su territorio recorriendo todo el barco, dando ladridos y si el intruso no se había ido, entonces la forma de despedirlo era más contundente.

Era tal el deseo de pesca de algunos perros, que cuando levantaban las “tertzak”, aparejo de  muchos anzuelos (similar al palangre) podía el animal estar haciendo algo más importante, incluso comiendo, que a la voz de exclamación o disgusto que hiciese alguno de los hombres por haberse soltado una pieza, dejando su comida, saltaba al agua y cobraba la pieza.

Cuando el perro había cobrado por este sistema varias piezas, a la arribada a puerto, era el primero en llegar a su casa, demostrando con sus movimientos y ladridos al ama de casa, que la pesca había sido abundante, lo mismo que si no había sido buena su semblante y ronroneos hacían que demostrase lo contrario.

Siempre había a bordo algún hombre, que por no ver al perro triste y disgustado con disimulo lanzaba una pieza al agua, que el animal inmediatamente la cogía y de esta forma cambiaba la actitud de este demostrando su satisfacción.

Se ha dado el caso que habiendo ido las embarcaciones a Avilés a la pesca del papardo, el perro por la razón que sea quedo allí, y por lo visto debieron enrolarlo en algún barco asturiano, y cuándo este barco, habiendo pasado bastante tiempo, vino a parar a nuestra zona, arribando a Ondarroa, saltar el perro a tierra y llegar hasta casa de su verdadero dueño en Bermeo.

Así como los humanos, hubo perros a los que no les gustaba ir a la mar, entonces cuando el animal husmeaba que ya llegaba la hora de salida, desaparecía y nadie sabía nada de él, hasta que el barco enfilaba la barra del puerto, que es cuando volvía a casa.

Cuantos Lur, Bizkor, Kai, Eusko, Lagun…… habrán desaparecido en lo accidentes y naufragios, así como en las sucesivas galernas, y sin dudad ninguna en la galerna de la que este mismo año conmemoramos el centenario, a pesar de ser el animal, por su instinto, demostrándose inquieto, posiblemente el primero en darse cuenta, de que algo anormal iba a suceder.

Es curioso ver a un perro de agua “ur txakurre” pasear por el puerto, se le ve inquieto, ladrándole continuamente al amo con movimientos nerviosos, entonces arrojándole algo que flote, un trozo de madera, al agua, salta raudo para recuperar la pieza y esto hasta que el que se cansaba era su dueño de tanto repetir la operación.

Convencido estoy de que a más de uno de los que lea este articulo le hará recordar y comentara las historias de su perro de abordo, “Barroko txakurre”.


GURE ITSASGIZON ZUZENAK

Kosme Ibarluzea Etxebarria, nació en Bermeo el 27 de septiembre de 1885. Fueron sus padres Ciriaco y Asunción, fue Kosme el quinto hijo del matrimonio.


A los doce años comenzó a dedicarse a las faenas de la pesca, tripulando el “Potin” que patroneaba su padre. A los diecinueve años patroneaba ya una bonitera. Cuando apenas contaba esta edad se hallaban un día varias embarcaciones formando “compañías”, dedicadas a la pesca del bonito a cuarenta millas de puerto. Cada “compañía” destaca por la noche una lancha a puerto con la pesca de todos. A las nueve aproximadamente se ocupaban todas las embarcaciones de la “compañía” a la que pertenecía Kosme en depositar el pescado en la patroneada por Genaro Gametxo para que lo llevase a Bermeo. Cuando se hallaban dedicados a esta faena se cayó al mar un niño de nueve años al que los tripulantes de la lancha a la que pertenecía no pudieron salvar por el fuerte Norte que reinaba. Kosme, sin tener siquiera la precaución de amarrarse un chicote, se arrojo al mar y asió al niño; pero no pudo volver a su embarcación porque el fuerte viento la alejaba y seguramente hubieran perecido ambos si no hubiese cruzado por aquel lugar la lancha de Genaro Gametxo que les acogió. Por este salvamento se le concedo la medalla de Salvamento de Náufragos, y el Rey, que visito por entonces Bermeo, le entrego un donativo de mil pesetas.

Tomo parte con Lorenzo Ibarra en el salvamento de los náufragos del “María Carrasco” y como a todos los que intervinieron en aquel, le concedieron la cruz de plata del Merito Naval, pensionada con 2,50 pesetas mensuales.

El 20 de Diciembre de 1922 se hallaban a las cuatro de la madrugada, con su vaporcito, en la bahía esperando la señal de los alcaldes de mar o “señeros” para hacer rumbo a las calas y oyó prolongados toques de sirena, señal de que algo anormal estaba ocurriendo. Puso proa al puerto, notando que los demás vaporcitos salían, haciendo sonar la sirena, pero sin detenerse. El patrón del “Anacleto”, al pasar, le dijo que llevaba un naufrago, porque el “Santa Águeda” había zozobrado en la barra y los demás tripulantes habían perecido ahogados. Los demás patrones de los otros barcos, eludían ir en socorro del buque naufragado por el peligro que corrían. Kosme, sin vacilar, hizo rumbo al lugar del accidente. A causa de la oscuridad no podía divisar a los náufragos, y solo podía guiarse por los gritos, pero corría el riesgo de que la corriente empujara a su barco contra el acantilado. Dirigiéndose a sus tripulantes, les dijo que si todos le obedecían estaba dispuesto a salvar a los náufragos del “Santa Águeda” y para estar prevenidos para cualquier eventualidad, les ordeno se despojaran de las ropas de agua. Gracias a una habilísima y peligrosa maniobra, consiguió recoger a cuatro de los náufragos. Como no oyera más voces de auxilio, hizo proa a la mar y consiguió salvar a otros dos que se hallaban estimadísimos.

Como aun faltaban algunos de los tripulantes del “Santa Agueda” (fue esta la embarcación de nuestro aitxitxe Juan Blas Begoña, patroneada por su yerno Alfonso Astoreka, en el accidente perecieron aitxitxe y otro dos tripulantes). Kosme recorrió aquellos alrededores en todas direcciones preguntando Inor gehiago badago? (¿Hay alguien más?), volviendo a puerto al ver que nadie respondía.

En aquel naufragio perecieron tres arrantzales, y como el accidente se había producido en la barra a la salida del puerto, en la zona del Alfa, a causa de las mala condiciones de esta y sin temporal, las tripulaciones de todos los pesqueros puestos de acuerdo, se dirigieron con sus embarcaciones a Bilbao donde atracaron y luego en manifestación se dirigieron sus tripulantes por las calles de la Villa al gobierno civil a protestar contra el abandono en que se tenía al puerto de Bermeo, y cómo esto había sido causa de que con tiempo de relativa calma naufragara una embarcación en la barra, sin que fuera posible prestarle auxilio sino con gran exposición de las vidas de quienes lo intentaron. También fueron a la Diputación para exponer sus quejas por este estado de las cosas.

Kosme Ibarluzea, que llego más tarde al puerto, se dirigió también por tierra a Bilbao formando entre los manifestantes. 

El presidente de la Diputación solicito del Gobierno, en esta ocasión alguna distinción para Ibarluzea por su heroico salvamento; pero tan legitima demanda no hallo eco y quedo sin respuesta. El ayuntamiento de Bermeo, en cambio, decidió honrar a su heroico hijo dando su nombre a una calle. Desde entonces la plazuela que se llamo Nuestra Señora de la Guerra, se llama Plazuela de Kosme Ibarluzea.

Bien ganado tiene Kosme este honroso homenaje que le tributaba el pueblo vinculando a su apellido una de las calles de la villa.

Los hombres modestos merecen también ser ensalzados cuando se hacen dignos de ello, como Ibarluzea.


1910 VACANTE EN EL MANICOMIO


En relación a nuestro pueblo, se publica también en el Noticiero Bilbaino, el 28 de julio de1910, la convocatoria para cubrir la vacante de Director del Manicomio.
Me resultan muy interesantes los requisitos que se exigían, los documentos a presentar, las condiciones preferentes, el sueldo que se proponía y los aumentos previsibles del mismo, pero principalmente la consideración de “agraciado” para el que llegara a ocupar el codiciado cargo.


Ayuntamiento de Bermeo
ANUNCIO

D. Anastasio Urquiza, Alcalde Constitucional de la Villa de Bermeo,
HAGO SABER: Que el Ayuntamiento de esta villa en sesión celebrada el 11 del corriente acordó se provea la vacante del cargo de médico-director del Manicomio Provincial establecido en esta villa, con arreglo a las siguientes
BASES
Primera. Es condición indispensable el poseer el título de Doctor o Licenciado en Medicina y Cirugía, pudiendo presentar además los solicitantes todos los documentos que crean convenientes y necesarios.
Segunda. Haber estado ejerciendo bajo la dirección de un director propietario de un Manicomio durante tres o más años, tener servicios en el mismo que los probará documentalmente o haber sido director de un Manicomio oficial en propiedad.
Tercera. El solicitante deberá haber publicado alguna obra sobre enfermedades mentales o haber escrito alguna monografía o haber hecho publicaciones en periódicos profesionales que demuestren que se ha dedicado al estudio de las enfermedades nerviosas, no siendo esta base condición indispensable para su provisión.
Cuarta. Presentación de documentos justificantes de haber sido buenos sus servicios en dichos establecimientos y ser persona que haya merecido tener plena confianza en todos los conceptos.
Quinta. En igualdad de condiciones será preferido para el desempeño de dicha plaza el que sea vascongado por ser la mayoría de los alienados de las provincias Vascongadas.
Sexta. El sueldo será de CINCO MIL pesetas anuales que se irán aumentando proporcionalmente y según sean los servicios y comportamiento del agraciado hasta la cantidad de SIETE MIL QUINIENTAS pesetas.
Séptima. El nombramiento lo hará el Ilustre Ayuntamiento de esta villa, en sesión pública, previa la propuesta en terna correspondiente, siendo elegido el que figure con el número 1.
Octava. Todas las solicitudes con cuantos documentos crean los solicitantes pertinentes al caso y más si lo estiman convenientes se dirigirán al señor Alcalde Presidente del Ayuntamiento de esta villa en el término de 30 días a contar desde la publicación del presente anuncio en el Boletín Oficial de la provincia.
Lo que se hace público para conocimiento de los que hallándose en las condiciones señaladas tengan interés en presentar las instancias correspondientes.
Bermeo, 26 de Julio de 1910. –A. de Urquiza

1910 NAUFRAGIO DEL VAPOR FEBRERO


El día 18 de junio de 1910, por la noche, salió el Febrero del puerto de Bilbao hacia Newport con cargamento de mineral.
Había sido construido en 1898 por Campbelltown, S.B.C.; era de acero, con 91 m. de eslora, 12,5 m de manga, 6,3 m. de puntal y 6,85 m. de calaba; su máquina había sido construida por Hutson & Son, de Glasgow, su registro neto eran 1.126 toneladas y 3.000 de carga, siendo la propietaria Compañía Bilbaina de Navegación.
Componían su tripulación 23 hombres: capitán, Francisco Lartitegi, de Elantxobe, de 35 años, casado; piloto Ladislao Munitiz, de Mundaka, de 23 años, soltero; contramaestre Juan Ombina, de Arousa, de 34 años, casado; primer maquinista, José Espinosa, de Elantxobe, de 51 años, casado; segundo maquinista, Emilio Solano, de Bilbao, de 25 años, soltero; marineros, Pedro Albado, de Altea, de 29 años, soltero, Segundo Arestín, de Casamiñal, de 27 años, soltero, Serafín Iglesias, de Antigueda, de 18 años, soltero, y Benito Santos de Palmeira, de 43 años, casado; mozo, Ramón Chavez , de Arousa, de 24 años, casado; carpintero,Miguel Agirre, de Motriku, de 24 años, soltero; ayudante de máquina, Francisco Valdivieso, de Madrid, de 26 años, casado; calderetero, Juan Ibarguengoitia, de Muxika, de 39 años, casado; fogoneros, Enrique del Campo, de Berango, de 25 años, soltero, Francisco López de Mondego, de A Coruña, de 47 años, casado, y Juan A. Pérez, de Etxano, de 17 años, soltero; cocinero, Roque Iriarte, de 20 años, soltero; camareros, Román Meñaka, de Bermeo, de 18 años, y Gregorio Monasterio, de Bermeo, de 25 años, soltero; marmitón, Saturnino Garai, de Bermeo, de 19 años, soltero; y mayordomo, Juan Bilbao, de Mundaka, de 26 años, casado.
Además de los citados tripulantes, iban a bordo, en calidad de pasajeros, para embarcar de nuevo en Newport, en el vapor Pagasarri, el cocinero Felipe Uriarte , de Bermeo, de 24 años, y el marmitón Juan San Pedro, de 14 años, también de Bermeo, ambos solteros y además un joven madrileño, que iba a Londres con el fin de pasar un período de vacaciones, Manuel Angulo, con la carrera de Derecho recién terminada en la Universidad de Deusto, e hijo de un acaudalado banquero que residía en París.
Para el capitán Francisco Lartitegi era el primer viaje en el Febrero, sustituyendo a Manuel Aurrekoetxea, que quedó en tierra por enfermedad. Habitualmente navegaba en el Julio, y recientemente había sido condecorado y gratificado metálicamente, por los Gobiernos de España y Alemania, en la Comandancia de Marina de Bilbao, por haber salvado la vida a 25 tripulantes de un barco alemán, en aguas al norte de las Islas Berlingas.
El cocinero Felipe Uriarte previamente había estado enrolado como mayordomo, en el vapor Laurak-Bat, de matrícula de Bilbao, que desapareció con toda su tripulación en viaje de Newcastle a Bilbao. Salvó su vida en ese naufragio, gracias a un retraso al hacer unas compras, que le impidió llegar a tiempo de zarpar.
Hacia las diez de la noche del día 20 de junio, el Febrero navegaba a la altura de las costas de Landsend, para ganar el canal de Bristol, en medio de una espesísima niebla, con el agravante de mar muy agitada. El bermeano Roque Iriarte, una vez finalizadas las labores correspondientes a su profesión de cocinero, se había retirado a descansar en un sofá. Estando semidormido, notó una fuerte sacudida y se percató de que había sucedido algo grave. Subió a cubierta y comprobó que allí la confusión era enorme: voces, lamentos y oraciones en medio de la niebla cerrada que apenas dejaba ver a pocos pasos. Al parecer, el barco había rozado con la Peña Bunelstone, próxima a Longships, produciéndose una gran vía de agua. Siendo ya muy notable la inclinación de proa, la tripulación trató de arriar los botes, pero fue tan rápido el hundimiento que todos los esfuerzos resultaron inútiles, en breves momentos el barco desapareció bajo las aguas.
Roque Iriarte, buen nadador, luchó desesperadamente hasta conseguir agarrarse a una planchada (aproximadamente  medía 1m. de ancho por 5m. de largo); después llegaron el piloto Ladislao Munitiz y uno de los paleros, se reconocieron en la oscura noche y trataron de animarse mutuamente. Era angustioso oír impotentemente las voces de auxilio, que según avanzaban las horas, iban debilitándose y alejándose paulatinamente, hasta que se hizo el silencio absoluto, solo interrumpido por el bramar del oleaje. Al mismo tiempo que amanecía, iba disipándose la niebla y comenzaron a verse las luces de Longships y Wolpock, mientras Roque y sus compañeros seguían agarrados a la planchada, ahora con una pequeña esperanza al verse próximos a tierra. Era muy difícil mantenerse asidos a la planchada, pues a veces por efecto de la violencia del oleaje, daba varias vueltas y resultaba agotador volver a recuperarla. El piloto rezaba, hacía promesas y les animaba continuamente, pero un nuevo golpe de mar, de mayor intensidad que los anteriores, arrolló la planchada con tal fuerza que cuando recobró su posición, Ladislao Munitiz había desaparecido definitivamente. El palero comenzó a dar muestras de desfallecimiento, extremo, diciéndole a Roque, que no le quedaban fuerzas y que no le era posible mantenerse. A pesar de los esfuerzos que realizó para animarle, ayudándole y sujetándole repetidas veces, no pudo evitar que también desapareciera.
La situación de Roque era angustiosa, solo y a merced de las olas, era tal el terror que sentía que incluso le dio la impresión que alguien tiraba de una de sus piernas y trataba de arrastrarle; tras varias sacudidas violentas, se sintió libre, no recordando si se había quedado dormido o si había perdido el conocimiento, durante unas ocho horas. En la madrugada del martes día 21, sin saber cómo, se encontró con la planchada sobre una roca al pie de una ladera muy escarpada. Supuso que sería de los últimos en salvarse y que arriba se encontraría con algunos de sus compañeros. No podía ponerse de pie, por lo que comenzó a escalar la pendiente con las manos, arrastrándose, resbalando y retrocediendo repetidas veces. Por fin, alcanzó un campo desierto en el que extenuado, se dejó caer, no recordando el tiempo que permaneció en esta situación. Al despertar se encontró rodeado de varias jóvenes del lugar y trató mediante gestos y señas (desconocía el inglés) de explicarles lo ocurrido. Acertó a pasar un lugareño, vendedor de leche; también con señas le invitó a subir al carro, llevándole a su casa, en donde le proporcionaron ropa seca, té y comida.
Sintiéndose recuperado en cierto modo, se despidió, agradeciéndoles lo que habían hecho por él; se puso a la carretera con la idea de llegar al pueblo más próximo, con la esperanza, en todo momento, de encontrar alguno de sus compañeros. Llegó a Pensance hacia las cuatro de la tarde y anduvo vagando por las calles, muelle y puerto. Llegada la noche, angustiado, cansado, sin haber comido nada durante todo el día, salió a las afueras y se acostó bajo un árbol.
Tras una noche de agónico desconsuelo e incertidumbre,  en la que llovió intensamente, amaneció el día 22, sin haber podido conciliar el sueño. De nuevo se dirigió al muelle, llamando la atención de varias personas, entre las que se encontraba una, con un conocimiento muy básico del castellano. Roque le contó a grandes rasgos lo ocurrido y su interlocutor, lo llevó a su casa, dándole de comer y dinero. A continuación lo puso en contacto con el Vice-cónsul Español y éste lo alojó convenientemente en una casa de huéspedes.
Confirmado el naufragio y contactados con la casa armadora de Bilbao, se decidió que Roque quedara en el lugar para ayudar a las autoridades en la identificación de los cadáveres que podrían ir arribando. Aparecieron solamente dos, el del joven Manuel Angulo y el de un marinero en estado irreconocible.
Publicada en los periódicos la noticia del hundimiento, Roque Iriarte se hizo tristemente célebre en el pueblo, así como en Liverpool, a donde fue para embarcar en el vapor Marzo y dirigirse a Bilbao.
Llegó el día 4 de julio y tras las oportunas declaraciones pudo regresar a Bermeo, su pueblo, el único superviviente del naufragio del vapor Febrero.

1908 CAUSA POR HURTO


En todas las épocas se han producido robos, pero llaman la atención de manera notable, el objeto, la cuantía y las penas impuestas, en el juicio que fue recogido en el Noticiero Bilbaino con fecha de 13 de enero de 1908, y que transcribo a continuación.

EN LA AUDIENCIA
Al amanecer del 21 de diciembre último y previo acuerdo, Manuela L. y Narcisa O. dirigiéronse a la huerta que D. León Maturana tiene en el pueblo de Bermeo. Una vez en ésta, Manuela traspuso la tapia y se apoderó de cuatro gallinas y un gallo de la propiedad de Maturana.
Ya en su poder las aves, dirigiéronse a casa de Manuela, donde mataron, aderezaron y comieron el gallo, vendiendo el resto de las aves a Inocencia B., por la cantidad de 6 pesetas; las aves fueron justipreciadas por 17,50 pesetas.
El fiscal acusaba a Manuela L. y a Narcisa O. de ser autoras del delito de hurto que castigaba en el número cuarto del artículo 531 del Código Penal.
Solicitaba se impusiera a éstas la pena de arresto mayor, y a Inocencia B. como encubridora a 125 pesetas de multa.
La defensa representada por el señor Errasquin solicitaba para Inocencia B. la absolución y para Manuela L. y Narcisa O., un mes y un día de arresto mayor y costas.
Practicadas las pruebas, el juicio quedó concluso para sentencia.

Me atrevería a confesar que me embarga un sentimiento de ternura misericorde hacia las acusadas por el candor que rezuma el hecho, especialmente si lo comparamos con los robos multimillonarios que se producen en nuestros días, sin ningún rubor por parte de sus autores y que en muchos casos quedan impunes, ante la atónita mirada de todos.

1919 CAPTURAS EN EL PRIMER TRIMESTRE DEL AÑO


Bermeo es y fue siempre un importante puerto pesquero; el año 1919 su flota estaba compuesta por 65 vapores con un valor estimado en 1.300.000 Ptas. (incluidos artes y pertrechos). Contaba además con 15 lanchas mayores boniteras, 25 traineras para la pesca de bajura, 32 botes de pesca de jibión, salmonete, cabras, etc. y 29 embarcaciones de diferentes tipos, llámense potines y baidekos.
Existían entonces en el pueblo, más de 50 fábricas dedicadas a la elaboración de diferentes tipos de conserva: salazón, escabeche, aceite, que se exportaban a todo el mundo, principalmente a Italia y a las Américas. Para el traslado de estos productos a Bilbao contaba el puerto con tres balandros.
Solían ser frecuentes en la época, las quejas y las manifestaciones en protesta, por la falta de seguridad del puerto, por la carencia de medios de transporte para dar salida al producto elaborado, así como por el deficiente funcionamiento de los medios de comunicación: telefonía, telegrafía (eran necesarias horas para conseguir comunicarse con el exterior).
Si salir a pescar al mar siempre ha entrañado un gran riesgo, en las condiciones de hace 90 años el riesgo aún era mucho mayor.
Para aquellos vaporcitos la situación del mar influía tanto que eran numerosos los días de mar perdidos; por ejemplo, el mes de enero solo pudieron salir a pescar besugo ocho días, concretamente el día 9 (día central de una semana perdida) la fuerza del temporal arrastró del puerto y estrelló contra las rocas el vapor Izaro-Zarra, la trainera Valentina y otras 30 embarcaciones menores y barrió los muelles sacando de las tiendas y lonjas productos y enseres.

En el mes de enero las capturas fueron, por un valor total de 94.370 Ptas.:
    40.800 Kg.    besugo    80.645 Ptas.    8 días
    409 Kg.    merluza    2.340 Ptas.    6 días
    19.600 Kg.    chicharrillo    10.580 Ptas.    3 días
    136 Kg.    congrio    448 Ptas.    2 días
    52 Kg.    mero    357 Ptas.    3 días
siendo la mayor captura de besugo: 8.000 Kg., el día 19.

En el mes de febrero las capturas fueron, por un valor total de 209.480 Ptas.:
    93.950 Kg.    besugo    199.174 Ptas.    13 días
    2.250 Kg.    verdel    2.996 Ptas.    3 días
    725 Kg.    merluza    3.045 Ptas.    9 días
    675 Kg.    bacalao    1.451 Ptas.
    238 Kg.    congrio    833 Ptas.    5 días
    210 Kg.    marrajo    414 Ptas.    2 días
    775 Kg.    boga    721 Ptas.    2 días
    20 Kg.    mero    90 Ptas.    1  día
    600 Kg.    sardina    756 Ptas.   
siendo la mayor captura de besugo: 14.000 Kg., el día 16.

En el mes de marzo solo pudieron realizarse 4 salidas al mar y las capturas fueron por un valor total de 11.090 Ptas.:
    900 Kg.    besugo    3.870 Ptas.    1  día
    40 Kg.    merluza    255 Ptas.    1  día
    6.750 Kg.    sardina    5.725 Ptas.    2 días
    1.000 Kg.    anchoa-sardina    1.240 Ptas.    1  día

El 23 de marzo fue el mejor día de “pesca” de todo el año, para el Santa Lucía. El balandro Plencia después de permanecer varios días en nuestro puerto, se hizo a la mar y fue abandonado a 3 millas a la altura del cabo Matxitxako por su tripulación, que se trasladó a un carguero que se dirigía a Gijón. El pesquero bermeano Santa Lucía acertó a pasar cerca del Plencia y observando que iba a la deriva lo remolcó a puerto. El suceso se puso en conocimiento del Ayudante de Marina, quien ordenó la descarga de la sosa caústica y los bidones de hierro que albergaba en su interior, quedando depositados en la bodega propiedad de D. Nicolás Jauregizar. Ante la reclamación por parte de los tripulantes del Santa Lucía, de la parte que legalmente les correspondía, los armadores, la empresa destinataria de la carga y la aseguradora acordaron realizar una tasación amistosa a fin de que no se demorara en el tiempo la respuesta. Se estimó en 10.000 Ptas. el valor del casco con su velamen, en 2.000 el motor, y en 23.434 la carga, o sea 35.434 Ptas. en total, de las que correspondieron 11.811 Ptas., la tercera parte, al Santa Lucía.
Rara vez ocurre, pero a veces se producen los golpes de suerte.