lunes, 11 de julio de 2016

1917 LA BONITERA "CAMPO LIBRE" TORPEDEADA



A primeros de agosto de 1917, en plena Primera Guerra Mundial estaba la flota pesquera inmersa en la costera del bonito, faenando entre 40 y 50 millas al NO. del Puerto del Abra.

Encontrándose en estos menesteres la embarcación Campo Libre, patroneada por Victoriano Bilbao de 50 años y tripulada por Leocadio Eguskiza de 26, Leocadio Telleria de 25, Jesús Ruiz de 21, Dámaso Bilbao de 18, Florencio Garai Iradi de 18, Dionisio Bilbao Goienetxea de 16 y Victoriano Bilbao Goienetxea, se vio sorprendida por algo que explotó contra el casco. Al comprobar que la embarcación empezaba a hacer agua, comenzaron a largar velas, pero recibió otros cuatro impactos con sus correspondientes explosiones Sin que se supiera quién era el causante de semejante agresión, la embarcación, ya destrozada, se hundió.

La embarcación Sogalinda de folio 991 de Bermeo, patroneada por Elías Telleria Mendiguren, acompañado por Victoriano Bilbao Garteiz, Leocadio Eguskiza Telletxea y Leocadio Telleria Expósito, que se encontraba pescando muy cerca del lugar, acudió en auxilio de los hombres de la embarcación torpedeada. En esto, emergió el causante del inhumano ataque, un submarino alemán. Sus ocupantes haciendo gestos de extrañeza y aparentando no saber cómo podía haber ocurrido, se disculparon diciendo que creían se trataba de un barco francés. Ayudaron a recoger a los náufragos y después de realizarles unas curas de urgencia los trasladaron a la Sogalinda, quien los condujo a puerto.

Llegados a Bermeo fueron asistidos en el Cuarto de Socorro y Dámaso Bilbao Urkidi, con domicilio en la calle S. Juan 11-1º, por ser el herido de mayor gravedad fue trasladado al Hospital de Basurto. Ante el estado que presentaba su pierna izquierda, el Dr. Abadía se la amputó; de poco sirvió, pues a las pocas horas falleció.

El Cónsul General de Alemania concedió un donativo de 1.000 Ptas. para ser entregadas a la familia del fallecido. También el Sr. Sota, Presidente de la Diputación donó 500 Ptas., 250 para la familia de Dámaso Bilbao, 150 para el patrón Victoriano Bilbao, 30 para Leocadio Telletxea, 30 para Florencio Garai y 40 para el resto de la tripulación.

La indemnización del Gobierno alemán les llegó pasados los dos años, a primeros de mayo de 1919, por medio del Embajador de Alemania. Ascendía a 23.480 Ptas., de las cuales 15.000 fueron para la madre de Dámaso Bilbao, 4.600 para los armadores del barco y el resto a repartir entre la tripulación.

GALERNA DE 1933 -TRAGEDIA EN EL MAR-


Era el 27 de agosto de 1933, en plena costera del bonito, por cierto, una costera no muy copiosa. Salió del puerto de Bermeo el vapor Osasuna, folio 1470 de Bermeo, hacia las 10 de la noche, con víveres para los once hombres que componían la tripulación y el agua y el carbón suficientes para la marea. La tripulación estaba formada por el patrón Venancio Latxaga, su padre Juan Latxaga, el maquinista Rufino Fernández, Santiago Otazua, José Zulueta, Emilio Telletxea, Pedro Meñaka, Esteban Fernández, Serapio Ormaetxea, Antonio Calzada y el txo Iñaki Santiago.

Hallándose a unas 16 millas del puerto de Castro Urdiales, siendo aproximadamente las dos de la madrugada, se cruzaron con el Izaro, folio 1439 de Bermeo, que volvía a puerto, porque le correspondía en turno, con 50 quintales de bonito aproximadamente, fruto de su faena y la de los barcos que componían su compañía. Los tripulantes de esta embarcación eran el patrón Celedonio Sáez, natural de la república de Begoña, el maquinista Jesús Torrealdea, natural de Lekeitio, Francisco Telleria, Francisco Arketa, Narciso Laskurain, Melchor Ruiz, Gregorio Arketa, Francisco Leniz, Antonio Otazua, Julián Rica y el txo José Bengoetxea.

Cuando se cruzaban, como en este caso, dos embarcaciones, la que salía requería de la que volvía, información sobre la situación de la pesca, el estado del tiempo y de la mar.

No se sabe con certeza, pero posiblemente por una maniobra en falso, el Osasuna envistió de proa al Izaro sobre babor, hundiéndose la primera al poco tiempo del choque; algunos de sus tripulantes saltaron a la cubierta del Izaro, pero viendo que también comenzaba a hundirse, se tiraron al agua y trataron de aguantar aferrándose a objetos o maderas que flotaban; Celedonio consiguió lanzarles el palo velero a cuatro hombres; el patrón y el txo fueron los últimos en abandonar la embarcación y lo hicieron arrojando un remo y agarrándose a él. Consiguieron aguantar, no todos, varias horas, hasta que acertó a pasar por el lugar, el Chambelena I, de matrícula de Motriko, que había salido de puerto hacia las once de la noche. Oyendo voces desesperadas demandando socorro, consiguieron rescatar a ocho hombres y dar aviso a otros barcos próximos. El costero Amalia de Gijón, el Angel de la Guarda y el San Andrés de Motriko, recogieron un náufrago cada uno y los pasaron al Chambelena I. Así mismo, el Pilartxu I, también de Motriko recogió los cadáveres de dos ahogados, tripulantes del Osasuna, Emilio Telletxea Beotegi de 46 años, casado, dejaba viuda y siete hijos: cinco hijas de 21, 16, 14, 12 y 5 y dos hijos de 18 y 3 años, e Iñaki Santiago Gabantxo de 15 años; cuando se cercioraron de que no encontraban a nadie más, partieron hacia Bermeo, dando por desaparecidos a los nueve restantes: de la embarcación Osasuna, Venancio Latxaga Expósito soltero de 24 años, Juan Latxaga Bilbao de 54 años, dejaba viuda y otro hijo de 20 años, Antonio Calzada Renteria, soltero de 20 años, dejaba madre y dos hermanas de 17 y 12 años, Santiago Otazua Ondabarrena de 22 años, soltero, y de la embarcación Izaro, Narciso Laskurain Ormaetxea, de 34 años, dejaba viuda y tres hijos, Julián Rica Bulkaga de 30 años, dejaba viuda ,un niño de 2 años y otro recién nacido, Francisco Telleria Zarandona, de 27 años, dejaba viuda y dos hijos, Jesús Torrealdea Zialda de 27 años, fogonero habilitado, dejaba viuda y dos hijos y Francisco Arketa Elorza de 17 años.
Cuando el Chambelena entra a puerto y los supervivientes saltaron a tierra se dieron escenas de dolor y emoción al escuchar sus relatos. A continuación entró a puerto con la bandera  a media asta el Pilartxu que transportaba dos náufragos. El entierro de los mismos, tuvo lugar a las cuatro de la tarde el día 28. Prácticamente acudió todo el pueblo, acompañándoles hasta el cementerio.

El funeral por todas las víctimas se celebró el día 31 a las diez y media de la mañana en la iglesia de Santa María con la presencia del Obispo de la Diócesis, D. Mateo Mugika, quien dirigió una sentida y emotiva plática en euskera, los curas de las dos Parroquias y el superior del Convento de los Franciscanos, así como párrocos de muchos otros pueblos tanto del litoral como del interior. Estuvieron presentes la Corporación Municipal con el alcalde Marcelino Monasterio y los concejales Juan Bautista Maturana, Juan José Arenaza, Tomás Arketa, Gonzalo Nardiz, Dionisio Bilbao, Agapito Anduiza, Ruperto Ormaza, Florencio Bastarretxea, Gonzalo Albaina, Lorenzo Anasagasti, Julián Uriarte y Dámaso Madariaga, los Diputados José Antonio Agirre y el bermeano Francisco Bastarretxea, los Presidentes de las Cofradías exterior Julián Portuondo e interior Mariano Azeretxo, y representación de todas las Cofradías del litoral, de Partidos Políticos, principalmente de EAJ, de Ayuntamientos…. Para el mismo se levantó en el centro del templo, un catafalco representando el naufragio de una bonitera con el nombre de “Goimaitasuna”, junto a ella las redes y aparejos de costera, con las "botaberas" y en un lateral se leía: “1933gk. Dagonilaren 27an. Negarra ta atxekabia zuben ito aldiai itzi dauskude donokitik gugaz ez aiztu. Jauna emoyozube betiko atxedena donia”. Su construcción fue proyectada y dirigida por el arquitecto municipal D. Emilio Apraiz y el delineante D. Rufino Mendizabal, participando en la misma desinteresadamente industriales del pueblo. La iglesia, así como el pórtico y la plaza quedaron desbordadas, por la asistencia masiva de todos los vecinos e infinidad de foráneos.

Para recaudar fondos con destino a las familias de los damnificados, se abrieron en diferentes entidades, cuentas o suscripciones, se organizaron partidos de pelota, sorteos con regalos aportados por comerciantes y particulares,…El Ayuntamiento en sesión extraordinaria acordó una aportación de 5.000 Ptas. Se consiguieron cantidades importantes. Realizado el reparto de las mismas, se asignaron unas partidas a los menores de edad para que las hicieran efectivas cuando alcanzaran la mayoría de edad. Se da la circunstancia de que algunos nunca lograron cobrarlas, pues al intentarlo, llegada la fecha de cada uno, les comunicaron que estaban fuera de plazo, pues años atrás se había publicado en la prensa la fecha de caducidad de las libretas abiertas a tal efecto y ellos no se habían enterado. Perdieron trágica-mente, padres, hijos, hermanos y la embarcación y para colmo no se les comunicó personalmente, que sus libretas iban a caducar.