lunes, 28 de julio de 2014

1634 LOS MARTIRES BIZKAINOS


 INJUSTICIA SOBERANA
LOS MARTIRES BIZKAINOS DE 1634

Orain dela 380 urte

             Corría el año 1.634. Bizkaia aun tenia conciencia de su dignidad. Por eso encontró entre los bizkainos viva resistencia a la tentativa del rey de España, Felipe lV, de obligar a Bizkaia al pago del impuesto de la sal.
Felipe lV había jurado respetar las leyes fundamentales de Bizkaia, una de las cuales (ley IV Tit I),decía que los bizkainos estaban exentos de pagar tributos al rey de España “así estando en Biakaia como fuera de ella” Al exigir el Rey que los bizkainos pagaran el impuesto sobre la sal, quebrantaba el juramento prestado y atentaba a la independencia política del Señorío.
Solamente un puñado de hombres cultos, con el secretario del Señorío , Ajorabide al frente y un puñado de sacerdotes patriotas animaban el ardor del pueblo y lo aconsejaban, demostró tener un espíritu sano incontaminado, en las horas del combate, luchando denodadamente.   
Rotunda fue su protesta. Con energía exigió  de los representantes que resistieran a las injustas pretensiones de Castilla.
Memorable había sido la mañana  fría de 15 de febrero de 1.633, fueron innumerables los “nekasaris”, “arrantzales” y ferrones patriotas los que acudieron a presenciar el desenlace del pleito que en la junta general debía tener lugar bajo el roble secular.
Terminada la misa del Espiritu Santo, celebrada por el patriota Armona, los junteros se dirigieron al lugar de la asamblea.
Martin Otxoa de Ajorabide hizo uso de la palabra con energía y valentía. La junta general general mostrose digna del pueblo. Rechazo al corregidor Lope de Morales, autor del contrafuero, quien dicto el decreto real sobre el “estanco de la sal”y el impuesto sobre esta mercancía; no reconoció titulo alguno al duque de Ciudad Real para ser admitido en la Asamblea ni para que su voz siquiera fuera escuchada, acordaron finalmente los legisladores bizkainos que fuera “obedecida y no cumplida “ la orden real “ obligando a los alcaldes para que la contribución de la sal no fuera cobrada”.
Quedaron derrotados los servidores y satélites de la Corte  real. El vasco cortesano disimulo su humillación, infligida por la Junta General  ilustrada por el secretario del Señorío.
El deseo de seguir siendo libre pudo más que la voluntad del rey de igualar al estado libre de Bizkaia con el resto de la península. Felipe lV retiro sus pretensiones.
De su perdón fueron excluidos varios bizkainos cuya memoria debe ser para nosotros ejemplo de estimulo. Nunca falta un traidor que con tal de agradar a los poderosos, se convierta en Cain de su patria y sus hermanos. 
Un bizkaino, Juan Alonso de Idiakez, duque de Ciudad Real y heredero de las casas de Butron y Muxika , fue quien en compañía de un grupo de bizkainos descastados, apreso sigilosamente a quienes solo habían obrado movidos por el ansia de ver a Bizkaia gozando de su libertad.
No todos fueron cogidos. Los más precavidos lograron evadirse. Otros se refugiaron entre protegidos entre los bravos arrantzales de Bermeo. 
Los sacerdotes patriotas contra quien se dio la orden de detención, se libraron del garrote gracias al cariño de sus protectores. 
Seis fueron ajusticiados. He aquí los nombres de setos bizkainos gloriosos: Martin Otxoa de Ajorabide, Juan de la Puente Urtusaustegi, Morga Sarabia , Juan de Larrabaster,  los hermanos Juan y Domingo Bizkaigana y el sacerdote Armona. Los cuatro primeros fueron ahorcados en  la cárcel de Bilbao el día 24 de mayo de 1.634; los tres siguientes sufrieron también la horca en la plaza pública (actual Plaza Vieja), el 24 de mayo, y el sacerdote Armona murió de la misma manera , en la cárcel, el 25 de junio.     
Transcribo unas lineas del fuerista Fidel de Sagarminaga con relación a este acontecimiento.”Puede ser revolucionaria la conducta de los alterados si por revolución se entiende todo lo que causa perturbaciones;pero entiendo este calificativo como es usual y corriente, mal podrán llamarse revolucionarias las pretensiones de Morga, Arana, Armona y sus secuaces,porque nada hay en ellas que no se acomode de todo punto a la letra de los fueros ni se aparte de la índole de las costumbres inmemoriales del Señorío ni del justo respeto debido a la Corona, tan obligada a guardar los fueros, como los Bizkainos a respetarla y obedecerla.
La ira contenida de los miles de bizkainos que contemplaban en la vieja plaza bilbaina la ejecución de los patriotas, lanzaron un grito angustioso al expirar el último de los héroes populares.

Este suspiro de la multitud, ha llegado hasta nosotros para protestar de la injusticia  castellana, moviendonos a admirar a los que supieron su deber patriótico ofreciendo sus vidas a la muerte.                                                                                                                                                                                                                                          

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