lunes, 17 de septiembre de 2012

1901 Naufragio del San Andrés


Diciembre de 1901, temporada de besugo, que por esos días se estaba pescando bien, entre 1200 a 1900 arrobas por marea. La víspera de Navidad salieron como de costumbre, pero hubo puertos de los que este día no salieron (hicieron etxegun) al parecer recibieron aviso de que iba a haber viento fuerte y muy mala mar, pero los nuestros no se sabe porqué razón no se enteraron, y tal como se predijo, se levantó una mar impresionante. Por entonces el talayero cuando veía que el tiempo se ponía malo, acostumbraba a encender fogatas, pero en esta ocasión se cerro de tal forma que desde la mar no pudieron verse las señales.
Luchando con las olas como podían emprendieron la vuelta a casa, viéndose obligados a entrar al primer puerto que veían, pero no todas pudieron volver, pues la lancha San Andrés patroneada por José Bilbao (a) “Doblia”, naufragó y con ella se perdieron cinco hombres, Miguel Gotilla (a) “Errepollu”, José Antonio Larrandagoitia (a) “Arrieta”, Cosme Maguregi(a) “Golfo” y el llamado por apodo “José Antigua”. Rescataron a uno con vida desde otra lancha, conocido como “Achirica”, pero murió también en el camino de regreso, fueron también salvados el patrón José Bilbao y Julián Goitia.
Navidades tristes fueron las de aquel año en el pueblo y no cabe duda, mucho más en la de las familias de las victimas.
En casos de naufragios con perdida de vidas, se organizaban suscripciones, siendo los del Centro Vasco de Bilbao los primeros y mas activos.
El 26 de Enero de 1902 se llevó a cabo el reparto del dinero recaudado para las familias de las victimas. Entraron en dicho reparto: Valentina Ugarte, Josefa Temora, Natalia Bilbao, Eugenia Bilbao, Simona Maguregi, Segunda Maguregi, Carmen Exposito, Felicia Bilbao, Rosa Ormaetxea, Saturnino Larrandagoitia, José Bilbao patrón de la lancha y Julian Goitia. El reparto se llevó a cabo en la Sociedad Libre de Pescadores siendo presidente Rafael Zulueta y secretario Teodoro Ugalde.
Cuantas veces se dice y decían que el pescado era caro, pero con frecuencia costaba algo que no tenía, ni tiene precio, La Vida.

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