lunes, 1 de octubre de 2012

IÑIGO DE LOYOLA

Este año 2006 se conmemora el 450 aniversario de la muerte de San Ignacio de Loyola.

Nació en el castillo de Loyola, Azpeitia el año 1491; sus padres fueron D. Beltrán Yánez de Oñaz y de Loyola, señor de ambos solares y Pariente Mayor de Gipuzkoa y Dª Marina Sáenz de Licona y Balda, natural de Ondarroa y descendiente de la muy noble casa de Licona de abolengo y arraigo en Lekeitio y Ondarroa. Ya en 1093, con mucha anterioridad a la fundación de estas villas, aparece el apellido Licona, autorizando con su testimonio la donación que la viuda de D. Lope Iñiguez, el rubio, 7º señor de Bizkaia, hiciera al convento de San Millán de la Cogolla de los patronatos y décimas del Monasterio Parroquia de Nuestra Señora de Armonica, hoy conocida por Alboniga. Su padre, D. Martín Sáenz de Licona, conocido también como “Doctor de Hondarroa”, destacó en puestos de gran notoriedad, fue oidor del Tribunal y miembro del Consejo Real de Castilla durante los reinados de Juan II, Enrique IV y los Reyes Católicos.

Fue bautizado en la parroquia de su pueblo natal con el nombre de Iñigo, siendo el menor de once hermanos, ocho varones y tres hermanas. Se educó en Arévalo en casa del Caballero D. Juan Velázquez de Cuéllar, Contador Mayor de los Reyes Católicos. Se hizo militar de profesión alcanzando el grado de Capitán.

En 1521 el rey Francisco I de Francia, trató de invadir Pamplona consiguiendo entrar en la ciudad; el Capitán Iñigo de Loyola convenció al Comandante de la Ciudadela y al resto de la oficialidad para resistir, si fuera preciso, hasta la muerte.

Distinguíase Iñigo de Loyola por su valor, cuando una bala de cañón le rompió la pierna derecha y le hirió la izquierda el día 20 de mayo de 1521. En esta situación, ante la ausencia del Capitán que con más ardor luchaba y faltándoles el aliento de él, terminaron por rendirse. Temiendo por su muerte, al agravarse su herida y su estado febril, fue trasladado a su casa de Loyola. Para entretenerse en su convalecencia, pidió algunos libros de caballería, pero al carecer de éstos optaron por llevarle un tomo de la vida de los Santos y “La vida de Cristo” de Ludolfo de Sajonia.

Con la lectura de estos libros se provocó el inició del gran cambio en su vida. Restablecido ya, despidió a sus criados y se dirigió primero al Santuario de la Virgen de Aranzazu y después al Monasterio de Montserrat, colgó su daga y su espada ante la Virgen y regalando la mula con la que viajó y sus vestiduras a un necesitado, se vistió con un saco tosco y se dedicó por entero a la oración y a la penitencia en una cueva de Manresa. Comenzó sus estudios en Barcelona, cursó lógica, filosofía y teología en Alcalá, redactando en esta época, hacia 1522, su obra más conocida, los Ejercicios Espirituales. Se trasladó a Salamanca para continuar sus estudios y fue acusado de herejía, expedientado y encarcelado en más de una ocasión, pero los jueces no encontraron motivo para culparle. Para continuar su formación marchó a París en 1528, en Montaigu. El 15 de agosto de 1534, él con otros seis (entre ellos Francisco Xabier) en Montmartre decidieron fundar lo que más tarde llegaría a ser la Compañía de Jesús. Fue ordenado el 24 de junio de 1537 en Santa María la Mayor de Roma y acordaron sumar a los votos perpetuos de pobreza, castidad y obediencia un cuarto voto de obediencia explícita al Sumo Pontífice, por el cual se ponían a su disposición para poder ser enviados a donde creyera más conveniente. El Papa Paulo III, reconoció y confirmó la fundación de la Compañía mediante bula expedida el 27 de septiembre de 1540.

Ignacio de Loyola despachó patente desde Roma el 28 de septiembre de 1554, para fundar en Bermeo un Colegio de Jesuitas, a instancia de D. Pedro de Zarate, lo que no tuvo efecto, sin duda por la oposición que harían el Cabildo Eclesiástico y Religiosos Franciscanos.

Penitente de profunda espiritualidad y de grandes sacrificios, así como trabajador infatigable, todo lo cual fue minando su salud, Ignacio de Loyola murió en Roma el día 31 de julio de 1556, a la edad de 65 años, 35 después de su conversión y 16 después de fundada la Compañía. En esta fecha eran más de mil los miembros de la Compañía y cien el número de casas extendidas por todo el mundo.

El Papa Paulo V le beatificó el 3 de diciembre de 1609 y el Papa Gregorio XV le canonizó el 12 de marzo de 1622, a instancias del Emperador, reyes y príncipes católicos de Europa, junto con San Francisco Xabier, San Felipe de Neri, San Isidro Labrador y Santa Teresa de Jesús. Su cuerpo fue trasladado y colocado al lado derecho del altar mayor de la Iglesia de Jesús de Roma, el 19 de noviembre de 1597.

Verificados su bizkainía y linaje materno, por acuerdo de las Juntas Generales y acudiendo a las mismas noventa y una repúblicas, el 5 de noviembre de 1680 se nombró a San Ignacio, por unanimidad, Patrono de Bizkaia.



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