Perecen tres arrantzales a la vista de sus familiares.
Los hechos ocurrieron hace noventa años, el 19 de Diciembre de 1922. Hacía varios días que los pescadores no se hacían a la mar y la causa no era otra que la del estado de la misma.
Los cronistas de la época se expresaban de esta manera: Nuevamente la desgracia aflige a la sufrida clase pescadora, el pueblo de Bermeo ha estado a punto de presenciar una de esas catástrofes, que cual la del año 12, dejo tras de sí miseria y llanto en cientos de hogares humildes, por la pérdida de sus seres más queridos.
Hacía varios días que nuestros arrantzales no se hacía a la mar y esto venia a ocurrir con relativa frecuencia, lógicamente cuando la mar se ponía rebelde atravesar la rompiente que se originaba desde la zona de Errosape hasta el arranque del rompeolas era labor de héroes, pues esta maniobra solo la podían y tenían que hacer las embarcaciones de Bermeo, en otros puertos, la salida a la mar no tenia las dificultades que tiene el nuestro y no se daba con la frecuencia que aquí el no salir a pescar. Empezada la construcción del rompeolas, llevaba ya veinte años que las obras estaban paralizadas, decían era por anomalías en los materiales que se estaban empleando. En nuestro pueblo el rompeolas y el tren (este entonces proyectado de Mungia a Bermeo) eran la promesa eterna de los políticos, en los periodos de elecciones, que lo mismo que ahora, quedaban en promesas.
Este día, a pesar del estado de la mar, decidieron salir a pescar, eran sobre las cinco y media de la mañana. Cuando ya se había hecho a la mar una parte importante de la flota, e iniciada la salida por otras tres embarcaciones, entre estas la “Santa Agueda” cuya tripulación la componían Juan Blas Begoña, armador y aitxitxe nuestro, Alfonso Astoreka, patrón, yerno del armador y a su vez tío nuestro, Esteban Getxo, maquinista; Toribio Telletxea, Francisco Exposito, Modesto Atoreka, Antonio Bilbao, Jeronimo Bulukua y Francisco Zobaran. La embarcación fue sorprendida por una enorme ola rota que envistió con tal fuerza que la levanto de proa a popa y dándole varias vueltas fue a estrellarse y romperse contra las rocas. Los compañeros de las otras dos embarcaciones, no se dieron cuenta de lo que sucedía pues las enormes olas les impedían verse entre ellos, hasta que oyeron los gritos de auxilio de los náufragos, decidieron auxiliarles, pero viendo que sus esfuerzos eran baldíos, llamaron la atención del resto de las embarcaciones mediante bengalas, que vistas por los barcos que ya enfilaban mar abierta, retrocedieron los mas cercanos en ayuda de sus compañeros, que acudían haciendo tocar sus sirenas, el ruido de estas hizo que el vecindario se despertase y asustado acudió a lugares desde donde se divisaba el espectáculo, la angustia era mayor pues aun de noche la oscuridad impedía ver lo que pasaba. A medida que amanecía se iban viendo como algunos barcos hacían arriesgadas maniobras con riesgo de perder vidas y embarcaciones.
Uno de estos barcos era el “Artagan Mendi”, patroneado por Kosme Ibarluzea, que exponiendo vidas y embarcación, tras grandes esfuerzos, consiguió salvar con vida a seis tripulantes del “Santa Agueda”. Todos los esfuerzos que se hicieron para salvar al resto de la tripulación fueron inútiles. Los ahogados fueron, Juan Blas Begoña (nuestro aitxitxe) Toribio Telletxea y Francisco Zobaran, este que hacía muy poco tiempo había vendido la parte de su embarcación y en tanto se hacía con una nueva embarco en la naufragada.
El estado de la mar y el empeño en la localización de naufragos hizo que los barcos demoraran la entrada en el puerto, en tanto la gente arremolinada en los muelles, permanecía angustiada, pues desconocían el alcance de la tragedia; hasta que mediado el día, consiguió ganar puerto el vapor “San Francisco” trayendo el cadáver de Toribio Telletxea. Más tarde entro el “Neptuno” patroneado por Eugenio Begoña, (era este osaba nuestro) que era el portador del cadáver de su padre, fueron escenas angustiosas las que sucedieron al desembarcar los cadáveres, a pesar de lo esfuerzos el empeño en recuperar al tercero de los ahogados no les fue posible dar con él.
Esteban Getxo contaba que al hundirse el vapor él se encontraba en sus faenas en la maquina y que la embarcación dio varias vueltas arrojándoles contra las planchas, a consecuencia del golpe perdió el sentido y al recuperarlo se encontró en el agua cerca de las peñas, nado hacia fuera desconociendo el tiempo que había transcurrido hasta que los que acudieron a socorrerle le lanzaron un chicote y pudo ser recuperado.
La tripulación del “Santa Agueda” la componían diez hombres dándose la circunstancia de que aquel día uno de ellos al ir a embarcar tuvo un contratiempo y la suerte quiso que este no se viera envuelto en el drama.
El estado de la mar impidió la entrada al puerto de la mayor parte de los barcos, al pie de unos cuarenta y cinco, ante esta imposibilidad, decidieron ir a otro puerto, y después de contrastar distintas opiniones acordaron que irían a Bilbao para luego al día siguiente ir en manifestación a la Diputación y al Gobierno Civil.
Para unirse al ellos salieron por carretera al día siguiente, el alcalde Emilio Ortube, el concejal Pujana, los presidentes de las cofradías San Pedro y Santa Clara, Agapito Anduiza y Juan Erkiaga, junto con estos también el ex-alcalde don Ricardo Urrutia, Kosme Ibarluzea y buen número de gente relacionada con la mar. Consiguieron que una comisión se entrevistase con el presidente de la Diputación Sr. Jauregi, asi mismo con el gobernador interino Sr. Marques de Fuerte Goyano y después de escuchar las consabidas promesas vinieron de vuelta a Bermeo con las correspondientes condolencias, para acudir a las cuatro de la tarde al funeral que se celebro. Acudio prácticamente el pueblo entro, la manifestación de duelo que produjo fue impresionante.
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